El genial Walt Disney creó a Pluto, el perro que habla, y ahora, en Mallorca, una empleada de una tienda de informática sabe de perros que leen. Que nadie se sorprenda si una insólita corriente turística llega a la localidad de la Alcudia para comprobar el extraño fenómeno. ¿Les enseñó un maestro o son autodidactas? Hay un turismo saturado de emociones que no se perderá la ocasión de grabar en la cámara unas imágenes de los singulares ejemplares del género canino.
La existencia de estos chuchos se deduce de un mensaje de mal gusto que les dejó la mujer de la tienda, en el que les prohibía la entrada en el establecimiento. A los perros y a los rumanos, que si no se ausentaban por las buenas, tendrían que hacerlo por las malas. Y "hechando ostias" sic, además, precisaba un gran cartel en la puerta de la tienda. Hay que reconocer que se esmeró la empleada, pues el fondo de la amenaza estaba compuesto por los colores de la bandera rumana. Total, una mamarrachada xenófoba para los rumanos y agresiva contra una especie animal, perpetrada por los que dicen que en este país no hay xenofobia ni racismo y tampoco rechazo alguno contra los animales, como se puede comprobar en las plazas de toros. Es grave que alguien haya tenido la idea del cartel, pero es mucho peor que nadie se sintiera ofendido hasta que la prensa denunció la agresión oral. Incluso es posible que a más de una persona el texto le hiciera gracia.
Ahora le han dicho que frases como las del cartel son un agravio y se ha disculpado. Mañana ocurrirá en otro lugar un incidente de la misma calaña. Unas clases en la escuela recordando a la infancia que sus abuelos también fueron emigrantes y unas clases de la protectora de animales y plantas quizá nos civilizarían un poco
La existencia de estos chuchos se deduce de un mensaje de mal gusto que les dejó la mujer de la tienda, en el que les prohibía la entrada en el establecimiento. A los perros y a los rumanos, que si no se ausentaban por las buenas, tendrían que hacerlo por las malas. Y "hechando ostias" sic, además, precisaba un gran cartel en la puerta de la tienda. Hay que reconocer que se esmeró la empleada, pues el fondo de la amenaza estaba compuesto por los colores de la bandera rumana. Total, una mamarrachada xenófoba para los rumanos y agresiva contra una especie animal, perpetrada por los que dicen que en este país no hay xenofobia ni racismo y tampoco rechazo alguno contra los animales, como se puede comprobar en las plazas de toros. Es grave que alguien haya tenido la idea del cartel, pero es mucho peor que nadie se sintiera ofendido hasta que la prensa denunció la agresión oral. Incluso es posible que a más de una persona el texto le hiciera gracia.
Ahora le han dicho que frases como las del cartel son un agravio y se ha disculpado. Mañana ocurrirá en otro lugar un incidente de la misma calaña. Unas clases en la escuela recordando a la infancia que sus abuelos también fueron emigrantes y unas clases de la protectora de animales y plantas quizá nos civilizarían un poco
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